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El siguiente proyecto es parte del proceso de investigación-creación de la línea Estudios críticos de las corporeidades y performatividades de la Maestría en Estudios Críticos de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas. 

Recorrer el camino de la investigación por medio de creaciones que propicien el conocimiento y el entendimiento de las sensibilidades. Realizar por medio de la etnografía (escrita y sonora) y entrevistas pautas para creaciones artísticas que fomenten la investigación. Realizar también una proyección de eventos y encuentros con otras mujeres afrodescendientes (encuentro de Poéticas y Músicas de mujeres afrodescendientes; presentación de funciones; talleres; presentación de funciones de teatro; acciones de intervención artísticas) para que resultado de esto sea parte de la investigación. 

Interculturalidad

Interculturalidad crítica, de acuerdo con Walsh es un enfoque que supone un salto cualitativo en la exigencia de una visión ética y una gestión política del intercambio entre las culturas de manera horizontal. El objetivo de la interculturalidad tendría que ser combatir la discriminación, el racismo y la exclusión para así trabajar en conjunto por una sociedad justa, equitativa, igualitaria y plural. La interculturalidad es el gran reto que aún está en construcción e investigación, se vislumbra como una utopía posible. Es por eso que el proyecto pretende proponer acciones desde quienes son parte de la población para dar voz directa como propuestas de legislación. Es aquella que incluye estrategia, acción y proceso permanente de relación y negociación ENTRE las culturas, en condiciones de respeto, legitimidad, simetría, equidad e igualdad. Como mujer negra mexicana busco en mis hermanas negras colombianas un intercambio de respeto y relación que brinde un panorama de apoyo para accionar. Esta interculturalidad implica más allá de la palabra, el accionar como un proyecto político, social y ético que demanda cambiar las relaciones, condiciones y las estructuras que mantienen las desigualdades sociales. Interculturalidad como el diálogo simétrico que debe establecerse entre las diferentes culturas, que posibilite la existencia de un puente que conduzca en ambos sentidos la comunicación. El arte y la interculturalidad pretenden en este proyecto ser el puente que conduzca horizontalmente la construcción de un mundo diferente, un mundo donde las mujeres negras seamos respetadas, escuchadas y consideradas. 


 

Inter-Transdisciplinariedad

El hilado no es tan potente en mi trabajo sin embargo no está ausente en él. Partiendo que este proceso académico que está cimentado en la institución como parte de la Maestría, es un proceso que va caminando con varias personas que trabajamos juntos. Es así que las diferencias nos hacen aprender y desaprender de las diferentes técnicas y modos de abordar el proyecto. Parte del “parche” que le estamos metiendo a que este proyecto salga a flote y sobretodo sean conocidas las historias personales y colectivas de las mujeres están sociólogos, maestros en sociología rural, latinoamericanistas, maestros en estudios afrodescendientes, abogadas, activistas, cantantes, poetas, músicas, versadoras por mencionar algunas. También sería importante mencionar que la cocina, el juego y la recocha es el espacio donde nos encontramos para hablar de nuestras realidades y nuestros sentires. Es ahí donde se dan los espacios de aprender otros saberes, espacios donde la investigación-creación está ya ejerciéndose. En este espacio Interdisciplinar se da la “juntanza” se da el espacio de intercambio de saberes, de conocimiento que están ayudando a que el proyecto camine; en el espacio transdisciplinario se rompen las fronteras, se nutren, se rompen con la academía que es restringida. La apuesta es por habitar estos límites entre las áreas de conocimiento pues eso también es político.   

 

Relacional

Este un hilado altamente potente en el proyecto, es aquí donde me veo haciendo parte de una colectiva. Me veo con el compromiso de volver a las comunidades con el trabajo que se está realizando porque es a partir de estos encuentros que yo encontré mi propio proceso. Ahora todas dejamos de ser desconocidas y ahora somos comadres, valedoras, amigas, hermanas, parceras y desde ahí ya me siento apostando por un proyecto que no sea extractivista sino que apueste por otro tipo de relaciones. Ellas en la Costa Chica me pidieron que organizaramos una jornada de actividades en junio y julio para continuar ese trabajo, hacer trabajo con las niñas, con las muchachas, con las morenitas como me decían las maestras. Yo de manera inmediata les dije que sí y nos planificamos una jornada de talleres, de mesas de diálogo, de teatro, de música…vino la Pandemia y ni siquiera pude ir a México.

En el Cesar, decidimos antes de que toda esta hecatombe pandémica comenzara, realizar una serie de actividades para continuar el trabajo que estaban haciendo las mujeres en defensa y reconocimiento de la comunidad. Vamos a hacer recorridos territoriales, espacios de integración intergeneracional entre jóvenes y las mayores, para recuperar el conocimiento de estas tierras además de recuperar los saberes ancestrales. Se proyectó la realización de una obra de teatro, un programa radial piloto y un mural que narrara la historia de lucha. 

Uno de los objetivos más importantes es que ellas se conozcan entre sí, porque si de algo estoy segura es que el efecto de espejo es vital en esta lucha. 

 

Las claves sensibles

Este proyecto está marcado totalmente por lo sensible. Lo sensorial es una parte vital en cada canto, en cada versada, en cada poema, en cada plática, en cada recocha, en cada comida que nos hace compartir nuestros sentires y nuestros enojos. Es inevitable pensar en el calor que produce en el cuerpo cuando hablamos entre nosotras, cuando los regalos que se vuelven un material físico y muchas veces no físico se perciben en la piel. Las claves del sentipensar se hacen presentes a través de los sonidos, de las imágenes, de los recuerdos, de la experiencia. Las emociones que compartimos en este proceso son lo que nos ha movido a emprender el camino del autoreconocimiento y por lo tanto de crear redes de apoyo entre nosotras. Las afectaciones del mundo las vivimos todas desde nuestras diferentes geografías, el racismo y la discriminación han marcado nuestra piel y eso es lo que nos une. Nadie puede venirnos a hablar de eso, si alguien sabe de esto somos nosotras y a partir de esa violencia es que decidimos habitar para volvernos una trinchera. Es a partir de estas claves sensibles que le apostamos a la investigación-creación como un proceso de entendernos de otras maneras.  

¿Cuáles son mis posturas metodológicas y epistemológicas de investigación?

Cuando pensé en esta pregunta pensé de manera inmediata en todos los momentos que han sido significativos en este proceso. Definitivamente las maneras de indagar, de averiguar, de aprender y (des)aprender, de deconstruir(me), de entender, han sido tan valiosos y sorpresivos. Yo soy viajera y rumbera, para qué negarlo, así que en ese transitar he ido escuchando las historias de las otras, que al mismo tiempo son quienes ahora me constituyen. Que las mujeres me abran la puerta de su casa, que me permitan entrar, conocer sus reglas, aprender de sus experiencias, escuchar nuestros dolores, pero también nuestros cantos, es algo que agradezco enormemente. Como nos mencionó Andrés Corredor “El que pregunta, teje su propio cuerpo” o cómo lo complementó Camila Esguerra “Investigar es conocer(nos), co-construirnos, formarnos los unos a los otrxs”.

He vislumbrado los tres gajos del trenzado, los tres contenidos de mi menú perfecto. Ninguno está por encima del otro, ninguno puede existir sin el otro y es en este transitar que muchas veces pienso que el proceso ha sido más importante que el resultado.

“UN PLATO COSTEÑO”

 

 

El Pescado frito y el Arroz de Coco

Todo lo que significa ser Cuerpo Afrofemenino o ser “La Mala Raza”.

Entrevistas y Mi Diario de Campo

 

Para Luz María Montiel(2017) es importante estos estudios para entender nuestras formas de relacionarnos en un país como México. 

 

Hasta qué punto un sistema de economía esclavista, como el implantado en América latina colonial, es eminentemente destructor de la personalidad del esclavo y hasta qué grado también éste hecho puede explicar no sólo la abolición de las influencias culturales africanas, sino la producción de formas culturales nuevas representadas fundamentalmente por lo que hoy se llama una cultura de la violencia. (Montiel, 2017, pp.57) 

 

Hay una historia arraigada y tatuada en la piel, Mercedes Velasco dice “hablar de género y de «raza» como elementos de desigualdad es en cierto sentido reduccionista si no se enmarca en las condiciones en las que ambos criterios emergieron como vehículos de la opresión” (Velasco, 2012, p.27). Así es que pensar en Los Feminismos Negros, comenzando Sojourneth Truth con su declaración “Acaso no soy una Mujer” me hace confirmar lo que alguna vez Juliana Acevedo activista afromexicana me dijo: “como no voy a tener un carácter fuerte, si la historia de esclavitud está en la sangre y toca pararse” no había más que decir, las dos sabíamos que esa huella efectivamente esta arraigada y se siente profundo. La esclavitud dejó de “existir”, pero fue sustituida por el sistema de discriminación racial. Ésta es la interseccionalidad base de los feminismos negros: género y raza como la base de las opresiones, Ida Wells, activista negra fue de las primeras en introducir esta interseccionalidad y lo retoma Angela Davis en todas sus reflexiones.

 

Hay una historia arraigada pero también hay resistencia y cimarronaje; Ronald Céspedes (2018) nos habla de la “geopolítica de los cuerpos” como una herramienta para pensar el cuerpo como un territorio político. Julie Barnsley nombra “El cuerpo como territorio de rebeldía”, el cuerpo disidente se vuelve un territorio de lucha en contra del sistema que dice que se puede y que no se puede hacer, decir o pensar. Yuderkis Espinosa comprende el cuerpo como algo que pasó por lo histórico y no sólo lo biológico. Es por eso que la historia de un sistema machista y patriarcal ha justificado su opresión, su explotación, su sometimiento, su enajenación y su devaluación. Por lo que negarse a esta violencia lo vuelve un territorio político. Dorotea Gómez feminista maya lesbiana, maestra en antropología también utiliza este concepto, describiendo en ello que asumir su cuerpo desde el ser mujer, indígena, lesbiana implica luchar desde ese territorio frente a un sistema mundo que cuestiona estas maneras de habitar el espacio. Es por eso que reivindica su estar a partir de eso. Gloria Anzaldúa, pensar la frontera, como ese espacio donde no solo físico sino en una linea invisible de una realidad, las que estamos aquí y allá, las que somos aquellas que no cumplimos con los estereotpos. Nosotras somos la otredad. Estoy estudiando a partir de ella y con otras mujeres que dialogan para pensarse los feminismos desde la de(s)colonialidad en un territorio como Abya Yala: Ochy Kuriel, Dorothea Gomez, Lorena Cabral, Audrey Lorde, Silvia Rivera, Maria Lugones, Yasnaya Aguilar.

 

El cuerpo es la presencia y materialidad de lo individual que se vuelve colectivo al ser parte de una comunidad. Yo soy porque el otro es y viceversa, por lo que en ese espacio encontramos nuestras disidencias para hacer política frente al sistema. Es a partir de ahí que comenzaremos a reconocernos unos a otros, que daremos pie a volver a las miradas, a habitar esos cuerpos que estaban ausentes para apropiarnos de nuestro territorio y hacer frente a la jurisprudencias impuestas de nuestros cuerpos. 

 

La Tortilla, La hierbabuena, El Plátano y los Frijoles.

Etnografía/Autoetnografía/Encuentro-convivio

Aprendí a hacer etnografía de la mano de Nadia Umaña, socióloga mulata botogana que es mi gran amiga y ahora aliada en este proceso. Se convirtió no solo en el lazo comunicativo con la Univesidad Popular del Cesar y las comunidades negras sino que además somos hermanas, compañeras de lucha, compañeras de colectiva, vivimos los altibajos de la cuarentena y el miedo pandémico. Aprendí con ella que el proceso etnográfico es mucho más genuino si parto de mi misma, de mis propios cuestionamientos y mis propios aprendizajes, entonces es autoetnografía y como este proyecto es como un gran espejo de mí ser gracias a las otras pues ahí está la cosa. Recurro a Camila Esguerra de nuevo “todo el tiempo se está en modo etnográfico, la información no está solo en los medios de registro, sino que termina de incorporarse y por hacer parte de la carne de la vida. Estar expuesta a los entornos simbólicos y culturales que afectan la propia materialidad y significado del cuerpo” (Esguerra, 2019, p.100) menciona en su texto “Etnografía, acción feminista y cuidado: una reflexión personal mínima”. Y dice Bell Hooks: “Para nosotras, es necesario hacer el trabajo por nosotras mismas si queremos conocer más acerca de nuestra experiencia, si queremos ver esa experiencia desde perspectivas no conformadas por la dominación” (Hook, 1989, p.150). En el libro de Feminismos Negros, se menciona el trabajo de  Patricia Hill Collins respecto a la epistemología feminista negra que plantea “una tercer vía” que se sostiene en la conexión entre conocimiento, conciencia y políticas de empoderamiento:

  1. Se parte de la experiencia vivida por quien escribe, a través del diálogo, la autora es central siempre desde una perspectiva narrativa y no analítica.

  2. Éticamente se debe pensar en que todo el conocimiento se vuelve valioso y que está cargada de razón y emoción que no pueden separarse.

  3. No hay distancia de quien investiga y se crea una verdad con una gran responsabilidad moral, social y política.

 

Las AfroCosteñas del Cesar

 

Llegando desde Valledupar, pasando Rincón Hondo, antes de llegar al Cruce, en la zona rural de Chiriguana se encuentra el corregimiento de “La Sierra” para los amigos La Sierrita. “La abuela Bartola contaba que en la época de la colonia, por aquí pasaban los negros arrieros de ganadería, que los tenían como esclavos, la gente se rebeldizó, se vino y se quedó gente liberta en esta zona, por eso es que estamos nosotros aquí…nada tiene uno que hacer por allá, sino buscar problemas...Es como una guajirita, pero de negros” (Umaña, 2019) dicen los tenderos y conductores de la zona. La Sierra es una comunidad afrodescendiente del sur del Cesar que ha luchado por conservar su territorio ancestral Las Sabanas. Narli me contó -Se llama La Sierra porque los negros venían a trabajar acá cortando con su sierra, no porque hubiera monte-.

¿Cómo llegué ahí? Cuando llegué a Colombia llegué al Cesar por mi interes en la música, viviendo ahí conocí pueblos, corregimientos, costumbres, música y Nadia me llevó a La Sierrita para que conociera el lugar y sus mujeres. 

Cuando llegué a la Sierrita por primera vez, me sorprendió el parecido con el pueblo de mi madre, el clima, los mangos, la tierra, la gente, el color madera en la piel y cuando escuche a las mujeres supe que eran ellas quienes me enseñarían muchísimo, me encantó su forma de hablar, reí muchísimo con toda su “recocha” pero sobretodo admiré la fortaleza y orgullo de ser una mujer negra que ha luchado por ser libre. “Serranas nacidas y criadas con plátano y suero, rebeldes por herencia, costeñas de río y sabana, campesinas, mujeres sabedoras de hierbas y secretos. Dicen por ahi que ser serrano es ser más agresivo que los demás, pero cómo no serlo si la comunidad vale sólo por el carbón que hay debajo de sus casas” (Umaña, 2019)  menciona Nadia Umaña en su tesis de Maestría.

Al estar en la comunidad como externa, conociendo el territorio, las historias de lucha, comiendo y viviendo con ellos, entendía poco a poco el proceso de las relaciones. Me preguntaba ¿cómo tener la confianza y la apertura de la comunidad?, ¿cómo ayudar desde mi condición no sólo de citadina sino además extranjera?. Los primeros días estaba realmente nerviosa, no quería transgredir los espacios y no quería ser una intrusa en sus actividades cotidianas, me limité a escuchar, responder lo que se me preguntaba y respetar. Todos los días estuve con Narli, una de las lideresas de esta tierra. Mientras estaba con ella en su casa, cortando la verdura para el caldo, me contó de su lucha desde niña, de algunas anécdotas en La Sierrita, de cómo se debe preparar el caldo y cómo debería ser el desarrollo, me dijo “para mi el desarrollo es estar bien, estar tranquila, levantarme feliz y ver a mi esposo y mis hijas felices, tener mi patio lleno de hierbas medicinales, tener que comer y darle a mi vecina, y que mi vecino me de, que podamos plantar en libertad, que podamos ir a la Sabana y caminarla, conocerla, que pueda yo ir con mis vecinos y hacer una fiesta grande para celebrar el cumpleaños de alguno de ellos, que podamos saludarnos con alegría, que podamos cantar la Tambora y bailar, que las niñas sean felices de tener sus churcos en el pelo y sentirse orgullosamente negras, para mi eso es desarrollo no tener edificios en la tierra, ni tener elefantes blancos, y mucho menos que te maten a tus compadres por defender la tierra”.

Día a día las mujeres me fueron abriendo las puertas, y lo sentí precisamente un día que Narli me dijo -tú también vienes de tierra de negros, se te nota- yo dije -creo que sí, pero a mi nunca me lo dijeron- -no es necesario decirlo, eso se siente...venga, hoy vamos a ir a jugar dominó, quien no juega dominó en La Sierra no estuvo en la Sierra-.

Dianys es hija de “Campeón”, es una mujer afrodescendiente hermosa y guerrera, no puedo imaginar lo que es levantarse después de ver a tu padre asesinado en el patio de tu casa. La conocí en Valledupar, estudia psicología en la UPC y está activamente en el movimiento estudiantil.

La Sierrita, ese territorio que lucha cada día a través de sus mujeres, esa tierra afro invisibilizada incluso dentro de los mismos estudios académicos e institucionales a la negritud.

 

Las Afrocosteñas de la Costa Chica

Oaxaca es la tierra donde nació mi madre, es la tierra que recibió a mi abuelo que venía de  Veracruz, uno de los puntos con mayor presencia negra en México. En mi última visita a México tenía el objetivo claro de ir a ese punto a reencontrarme, a encontrar un eco en este rastreo que estoy realizando. Llegué sola, en la madrugada, llegué a Cuajinicuilapa, sin conocer a nadie, sin conocer el pueblo, sin saber que iba a hacer, sin saber si iba a poder hablar con ellas, esas mujeres de las que tanto me había hablado Juan Pablo Vicenteño, mi amigo y tutor de la parte mexicana en este viaje. Llegar a un pueblo que es conocido en México por la violencia que ha instaurado el narco siendo mujer, no es nada facil, pero ahí estaba en medio de la nada esperando señales del taxi que me llevaría a casa de Aleida. Estuve quince días en el territorio, entre subidas y bajadas de varios corregimientos, en pláticas y vendimias de mercado, entre caminatas de calles, entre pláticas de mujeres con una risa extraordinaria y contagiosa, entre mujeres que callaban al escuchar los disparos de noche, entre versadas jocosas y poemas de orgullo del pueblo negro, entre cantos y comidas de herencia africana. Confirme lo que venía a buscar, la Costa Chica Mexicana es el espejo de la Costa Norte Colombiana. Conocí a mujeres que ahora forman parte de este trabajo, a quienes quiero hacer un homenaje por su lucha diaria, por su alegre rebeldía, por que su palabra que me hizo encontrarme. Aleida Violeta, Juliana Acevedo y Beatriz Amaro Clemente quienes ahora son una gran referencia de la lucha por la mujer afromexicana. Beatriz tiene que vivir entre Oaxaca y Ciudad de México pues constantemente recibe amenazas de grupos paramilitares y narcos, con ella aprendí que ser mujer negra va más allá de un color de piel. Aleida representa la cultura en su pueblo y lleva la palabra a diversos conversatorios y encuentros a nivel nacional, además de que en Cuajinicuilapa realiza eventos para mujeres desde la música como el Son de Artesa y la versada, por la mañana tiene que salir a vender gelatinas por todo el pueblo para ayudar en su hogar que está conformado por su abuela y su madre, tres cimientos de ese hogar que me recibió. Juliana Acevedo que ha dedicado su vida desde los 13 años a la lucha por el reconocimiento del pueblo negro, es abogada y ella tiene como política personal defender sólo a mujeres. Es la primera mujer afromexicana que escribió un libro que habla en específico sobre las condiciones de la mujer afromexicana en la Costa Chica y el racismo estructural, la UNAM hizo la presentación de este libro, pero ninguna editorial la ha publicado, su libro está disponible para quien se lo pida. Conocerla me hacía sentir tan nerviosa que mis piernas temblaban, ahora sigo conservando con mucho amor el turbante que me regaló cuando me despedí de ella.

 

Si pue´

Uste es de por acá no? Se le nota en el color…

la frase que siempre me decía la gente al mirarme

Que hay que subirse a la pasajera para salir de Cuajinicuilapa,

ir al faro y luego de Pinotepa para Morelos contemplando la sierra

El chilate calma la calor, chilate mi amor me llegaste al corazón

El pan dulce recién del horno salidito, calientito remojado en café de olla,

de los mejores sabores en este piquito

Gelatinas gelatinas!! Vendiendo y accionando en colectividad,

dialogando de realidades, creando poesía de mujeres,

luchando dia a día por cambiar realidades

La conocí! Juliana, La admiro tanto y su ser me abrazó el corazón

y mi respeto hacia ella se convirtió en amor

Fueron cinco disparos, aún no dormiamos pero igual nos despertaron.

Que nuestro color de pies es el mismo

Que nuestro cabello es rizado,

desde muy cerrado hasta abierto o liso

Que todas terminamos cantando “no somos la mala raza”

Casita de mujeres fortaleza inquebrantable

Hay que aprender versos para saber responder,

no te vayan a agarrar de bajada y vayas a perder.

El son de artesa se baila en la tarima,

ahí se construyen amores y amistades pa toda la vida,

pero hay que tener cuidado

porque también se destruyen si te descuidas.

 

La Salsa Picante.

Sonoridades y poéticas

Creación colectiva

 

Dice mi madre que este es el verdadero secreto y sabor de la comida, ahí está el meollo del asunto. El proceso de autoreconocimiento, a través de las sonoridades, las poéticas, las versadas. Los momentos de resistencia a través de la palabra, el acto de nombrarse para hacerse visible. Tomar la palabra, retomar una voz que había sido apagada. El lenguaje es también un lugar de combate.

El autoreconocimiento en el caso de los procesos de comunidades afrodescendientes, principalmente en Colombia con la C. N. O. A. (Conferencia Nacional de Organizaciones Afrocolombianas) se mencionó: 

 

"Autorreconocerse es un proceso subjetivo que significa nombrarse; es otorgar un sentido compartido e histórico al lugar que se ocupa en el mundo. Es un proceso que está atravesado por los sentidos construidos socialmente en torno a un  colectivo, cada quién construye dichos sentidos y decide nombrarse o no de  determinada manera. Es un proceso de subjetivación, que implica cierto grado de  reflexión y conciencia” (CNOA, 2014, p  44.). 

 

Las barreras que impiden el autoreconocimiento son el racismo, la discriminación, la invisibilización y las violencias de un sistema machista, racista y eurocéntrico. El autoreconocimiento tiene que ver con el nombrarse en algo que históricamente a sido motivo de vergüenza, por lo que es un proceso difícil por todo lo que implica; se vuelve un proceso de lucha y reivindicación. El autorreonocimiento implica una postura política pues la identidad desde el cuerpo, no sólo tiene que ver con una construcción personal, sino que está afectada por situaciones históricas, sociales y políticas. 

Cláudia Lorena Estupiñan (2008) habla del reconocimiento étnico como una herramienta de lucha de los movimientos para combatir la discriminación racial vivida desde los tiempos coloniales hasta nuestros días. Este proceso se vuelve un proceso que lucha en contra de las repercusiones que la historia colonial ha tenido sobre los cuerpos que han resentido el sentimiento de vergüenza. Los sujetos al conocer su historia apuestan por la reivindicación y por lo tanto a las propuestas políticas.

Franz Fannon (2009) habla de estas violencias instauradas: 

 

"Todo pueblo colonizado, es decir, todo pueblo en cuyo seno ha nacido un complejo  de inferioridad debido al entierro de la originalidad cultural local, se posiciona frente al lenguaje de la nación civilizadora, es decir, de la cultura metropolitana. El colonizado habrá escapado de su sabana en la medida en que haya hecho suyos los  valores culturales de la metrópoli. Será más blanco en la medida en que haya rechazado su negrura, su sabana. (FANNON, 2009, p.50) 

 

Jayne Ifekwunigwe a través de su estudio de seis mujeres que narran sus historias recurre al nombre de griottes, palabra que tiene un origen africano, donde la palabra se vuelve un elemento identitario. Entonces puedo pensar en toda la tradición oral de mis ancestras que ha sido realizada a través de la música, de las versadas de esas griottes costeñas que además han sido invisibilizadas por una. Es en el reconocimiento de ellas que estas letras y cantos se vuelve espacio de resistencia.

 

 

Es a través del convivio e intercambio de saberes y tradiciones cotidianas, a través del juego y la recocha, através de caminar por la sabana y comer mango azúcar, a través de tocar tambora con un acordeón que toca notas mexicanas, a través  de ver a Dianys dirigir una obra de teatro y tomarnos fotos con nuestras cabello trenzado, a través de preparar el caldo con Narli aprendiendo de hierbas medicinales y luego comer con las manos un hueso enorme, a través de vender gelatinas con Aleida para llegar cansadas del sol y echarnos un chilate, a través de dejarme trenzar por Beatriz mientras me cuenta que le tiene miedo a las canas, como yo, a través de dejarme vestir y ponerme un turbante por Juliana para ir a preparar la función de teatro para los niños de la primaria, a través de luchar con la comitiva de mujeres por exigir justicia por sus líderes asesinados que a pesar de no haberlos conocido los siento presentes en cada cosa que planeamos y a través de echarme una cerveza en el balcón con Nadia hablando de como Valledupar nos atrapó y que vamos a hacer en el próximo evento de la colectiva en esta ciudad, simplemente aprender a sentirme orgullosa de ser lo que soy con el hecho de caminar con quienes orgullosamente son lo que son, en la cocina, en las casas, en la calle, en el juego, en los cantos, en los versos, en la recocha, en la lucha…

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